El Juego de las Cintas

Fabián Corral B.

El juego de las cintas, conocido en la antigüedad como "la carrera de las sortijas", es de origen morisco. Llegó en el siglo XV con los conquistadores y se quedó en varios países hispanoamericanos, como Chile, México y Argentina. En campo del Ecuador, se practica desde tiempos inmemoriales lo que llamamos acá el concurso de cintas a caballo, típico de las fiestas de los pueblos y de los eventos que se desarrollan durante los rodeos en las haciendas de la Sierra. Es una manifestación nacional del juego de las sortijas. Es propia de los chagras, chazos [1] y más jinetes criollos.

Los españoles fueron muy aficionados a los juegos ecuestres. En los días de la Conquista, con la escuela de equitación de la jineta, vinieron algunos deportes que se hacían a caballo, entre ellos las cañas, las sortijas, las cabezas, las alcancías y los solemnes desfiles y cabalgatas organizados para honrar a los símbolos de la corona. Entre éstos últimos, quizá el más importante, el "paseo del estandarte real", con ocasión del cual los señores coloniales exhibían lujosos atuendos, arneses y “caballos de brazos” o manejo, antecesores de los actuales caballos de paso.

Los chagras ecuatorianos conservan la tradición del juego o carrera de las cintas. Es un concurso entre varios jinetes que deben pasar a galope bajo un arco ubicado en el centro de una amplia cancha y a conveniente altura, del cual penden sujetas de pequeños anillos o sortijas, las cintas de colores. A todo correr, el montado debe ensartar una de las sortijas con ellas con un pequeño puntero o palo y llevarse la cinta como trofeo.

Este juego requiere mucho equilibrio sobre la montura, gran precisión y excelente dominio del caballo. El número de intentos de cada jinete está regulado por los jueces que observan el concurso y penalizan las infracciones. Nuestros chagras practican el concurso con el caballo aperado según las reglas de la caballería campera y vestidos con sus ponchos y zamarros y siempre calzando espuelas criollas. Habitualmente estos concursos se realizan simultáneamente con las domas de potros, monta de toros, peleas de gallos y corridas populares.

La carrera de las sortijas o juego de las cintas es de vieja data, y se lo practicó en algunos países latinoamericanos, como parte de la cultura campera, heredera de las escuelas de equitación del siglo XV. Así, José Álvarez del Villar, en su "Historia de la Charrería" publicada en México en 1941, explica algunas reglas del evento "Al arrancar el corredor desde el punto de partida prefijado, había de llevar la mano derecha que era la encargada de sujetar la lanza, apoyada ligeramente en el muslo del mismo lado, posición ésta que debía conservar durante el primer tercio de la carrera, pasado el cual, lentamente levantaría la mano hasta la altura del hombro, llevando las uñas hacia abajo y el brazo extendido." [2]

Tomás Lago, en su libro El Huaso, describe la pompa con que se celebraba este concurso, dice: "En el juego de las sortijas...todo estaba estilizado, solemnizado y establecido de acuerdo con el más riguroso aparato caballeresco. En las grandes capitales americanas, México, por caso, el fasto de los espectáculos ecuestres era muy grande. Podemos ver en unas sortijas celebradas en 1603 los diversos actos que se realizaron...Varios días antes se sacó un pomposo cartel con bando que recorrió de noche las calles céntricas deteniéndose en las esquinas -donde previamente se habían encendido luminarias- a fin de leer el cartel al populacho, todo esto con gran acompañamiento de lujosas personas montadas a caballo portando hachas encendidas detrás de músicos que iban tocando trompetas, atabales y chirimías." [3]

El mismo autor, refiriéndose a las sortijas -nuestras cintas- que se jugaban en la época colonial en Chile, escribe: "En el de las sortijas se trataba de ensartar con lanza, a todo correr del caballo, y en una posición dada del jinete, un anillo que colgaba, entre muchos otros, de un arco que se encontraba en medio de la pista. Este anillo y cinta pertenecía, por lo general, a una de las damas de la corte de amor que presidía el juego lo cual constituía el acicate y significado galante de la fiesta..." [4]

Los gauchos argentinos eran diestros en este juego. "La sortija fue un deporte ecuestre originado entre los caballeros de la Edad Media, que perduró en las llanuras hispanas y llegó a América traído y practicado para distracción del público. El juego consiste, en su parte esencial, en pasar a todo correr del caballo por debajo de un travesaño, del que pende atado de un hilo delgado una sortija o aro, para ensartarlo en plena carrera, con un palito delgado. Estas carreras concitaban la concurrencia de muchos gauchos, que utilizaban la ocasión para demostrar sus cualidades de jinetes, de hombres serenos y mano firme, y también las calidades de sus ropas y de su apero, enriquecido con aplicaciones y piezas de plata... Su práctica tiene vieja data en la ciudad y el campo, pues el 26 de septiembre de 1611 el Cabildo dispuso la celebración de carreras de sortijas en ocasión de las celebraciones del santo patrono de la ciudad en las calles céntricas. Esta disposición se repitió anualmente durante bastante tiempo." [5]

Justo P. Sáenz, en su clásica "Equitación Gaucha", escribe: "La Corrida de Sortija, único juego de a caballo que (con las carreras de velocidad) ha perdurado sin modificación hasta nuestros días, fue introducida por los Conquistadores. No vale la pena describirla por ser harto conocida. Diré solamente que ya se la menciona en escritos de 1657, y que fue popularísima en cuanta actividad tenía lugar en Buenos Aires..." [6]

Hay coincidencia entre los historiadores en que se trata de un juego de origen morisco, que fue adoptado por los caballeros castellanos y que, habiendo sido muy popular en Andalucía a finales del siglo XV, llegó a América con las prácticas propias de la escuela de la jineta a la que fueron aficionados los conquistadores. Después, esa escuela y sus deportes desaparecieron de España y se quedaron en América. "Ya no habiendo maestro de jugar cañas y sortijas en España, será menester acudir al nuevo mundo por ellos, que, con el maltrato que en España se ha hecho de la jineta, de todo punto, se ha desnaturalizado de ella y se ha ido a la Nueva España (México) y a lo demás descubierto donde lo han abrazado y estimado, como hoy nos muestra la larga experiencia que de esto tenemos y los grandes hombres de caballos que de allá vienen", dice con cierta melancolía Buñuelo de la Cerda, en el "Libro de la Jineta", publicado en 1605.

Sobre el origen morisco de la carrera de las sortijas, el conocido diestro sevillano Josef Delgado, conocido en el mundo de los toros como "Pepe-Hillo", en el libro "Tauromaquia o Arte de Torear", publicado en Madrid en 1804, dice: "Hechas las paces entre christianos y moros y arrinconados estos en el territorio de Granada como á mediados el siglo trece, quisieron nuestros nobles ensayarse en todos aquellos ejercicios que habían adoptado de sus nuevos amigos, tales eran los juegos de cañas, sortija y luchas de toros; no olvidando las justas, los torneos, empresas y aventuras que habían heredado de otras naciones " [7]

Un escritor argentino dice que: “...aún en la fiesta de San Juan, en la Ciudadela de Minora (España), las corridas de sortija son parte importante de la celebración. En nuestro país -Argentina- siempre que se celebra una fecha patria suele haber corridas de sortija. Los versos de don Pedro Rizo y Héctor del Valle dan testimonio: El sol ha elevado un rayo/ imponente y silencioso/ y despierta luminoso/ el 25 de Mayo/. Marcelo Acuña en su bayo, / un flete que es un primor,/ luce prendas de valor,/ cuidadas y muy prolijas, /para florearse en las sortijas,/ donde habrá de lo mejor...” [8]

El viejo juego de las sortijas o carrera de las cintas, desde los tiempos de la Conquista y la Colonia, en el Ecuador, es parte de las tradiciones y diversiones de los chagras y se conserva en las fiestas populares. En esto, como en muchos otros temas, encontramos identidad incuestionable entre nuestras tradiciones y las de los demás jinetes del campo latinoamericano, lo que resulta explicable si se considera todos vienen del mismo tronco, y son herederos de la misma historia.





[1] Campesino mestizo de Azuay y Loja.
[2] Citado por Tomás Lago. El Huaso. p. 19. Editorial Sudamericana, Stgo. 1999
[3] Op. cit. p. 19.
[4] Op. cit. p. 19.
[5] Andrés M. Carretero. El Guacho Argentino, pasado y presente. Edit. Sudamericana. p. 221. BS. As. 2002.
[6] Op. cit. p. 170. Edit Emecé. Bs, As. 1997.
[7] Op. cit. p. 2-3. Facsimil de la edición de 1804. Edit. Biblioteca Nueva. Madrid. 2001
[8] Robirosa, Antonio. Recuerdo de los juegos de sortija. En Rincón Gaucho, p. 185-186. Emece Editores. Buenos Aires, 2004.